Cuando
quiero escribir algo que me nace del alma no me paro a corregir si está bien
escrito, no sabría, ya que ni yo misma se distinguir las carencias
ortográficas, los acentos o los puntos.
Si me
paro a releer el mensaje que quiero otorgar a los que con humildad se acercan y
ojean mi página, entre la dulzura de un poema o la maravillosa historia de amor
entre dos seres de diferentes culturas e ideales religiosos que luchan por la
fuerza del sentimiento que crece en su interior.
No me
juzgues,
no soy
yo quien te prohíbe besar mi boca
ni
acariciar el contorno de mi pecho,
o mirar
en la noche oscura la salida de la luna
mientras
que nuestros cuerpos padecen la ausencia de la ternura.
No me
quieras juzgar por algo que yo no haría,
pero
que tú cada noche realizas a la caída del día,
abrazando
otro cuerpo, besando unos labios que no son los míos.
No me
juzgues cuando recibo los halagos de otros hombres
y mis
pupilas resplandecen como dos luceros, iluminando la oscuridad de mis días.
Deja de
juzgar a los seres que amamos algún día tu alma,
ahora
vacía, yerta, adormecida.
Vuelve
a sonreír, confía, respeta, ama,
No hay comentarios:
Publicar un comentario